Durante un vuelo de Berlín a Nueva York una mujer asegura que ha perdido a su hija en el avión. Nadie, naturalmente, la cree, pero en su desesperación trata de dar con la pequeña.
Creación en la que el compositor pretende forzar la tensión en base a sus consabidos golpes de efecto orquestales, con momentos incluso ridículos (en especial en su uso del piano), dar un tono épico (con patentes limitaciones musicales) y aderezar lo dramático, con una melodía, claro, que en su crescendo busca la emoción. Lo de siempre, pero infinitamente peor.