Un director de orquesta de renombre se entera que es adoptado y descubre la existencia de un hermano, empleado de un comedor escolar que toca el trombón en una banda de música.
En esta película que es una declaración a la música, la partitura une dos mundos distintos: en primer lugar el de la música clásica, que abre y cierra la película con la Obertura Egmont de Beethoven y el Bolero de Ravel. También suenan Mozart y Mendelssohn. Luego está el mundo de las bandas de música, representado por la Marche Triomphale de Aida o When the Saints Go Marching In... Los hermanos protahonistas descubren que no sólo comparten un amor absoluto por la música, sino también creatividad: uno crea una una obra sinfónica contemporánea y el otro un vals dedicado a su hermano. Entre ambas hay jazz y la chanson francesa. Todo ello da forma a una hermosa y elegante fábula sobre lo fraternal y el descubrimiento a través del lenguaje universal de la música, que une dos mundos ajenos pero complementarios.