Precuela de The Omen (76). Cuando una joven es enviada a Roma para iniciar una vida de servicio a la Iglesia, se topa con una oscuridad que pone en cuestión su propia fe y descubre una conspiración aterradora que espera provocar el nacimiento de la encarnación del mal.
El Ave Satani de Jerry Goldsmith llega cuando ha de llegar en esta muy notable creación que, como la propia película, funciona a modo de precuela (y en el caso musical, incluso como prólogo) de The Omen (76). Es una película muy estimable por varias razones: su factura, su estética, el que se toma su tiempo para la cocción, los estupendos intérpretes y también una música que no está para liderar ni evidenciar sino para preparar el camino a quien debe liderar y evidenciar: Jerry Goldsmith. No toda es música original: en las escenas iniciales en la bellísima y majestuosa Roma, por ejemplo, suena Il Malamondo (64), de Ennio Morricone, y La ragazza dalla pelle di luna (72), de Piero Umiliani, esta con la inconfundible voz de Edda Dell'Orso, voz que será (aunque no de Dell'Orso, sí similar) capital en lo sucesivo, pues es una voz femenina la protagonista en buena parte de la música original. Es una voz que se retuerce, angustia, sufre, pervierte y también suplica entre músicas diversas, sofisticadas y muy elaboradas, que van generando un ambiente tóxico, peligroso, amenazante, con momentos sutiles y otros de máxima agresividad. No es una música que pretenda ser narrativa ni tan solo que represente algo concreto y entendible, pues no es su objetivo explicar ni presenciar nada, sino generar ambientes y evidenciar la insanidad de lo que está sucediendo. Hay algunos momentos donde se perciben indicios del Ave Satani, pero Satanás hace acto de presencia de la mano de Goldsmith y Korven ha sido un magnífico telonero que lo ha preparado todo (y muy bien) para su apoteósica llegada.