El rey Eduardo VI tiene un doble, que es un hombre de la clase más humilde, pero al que se le confunde, lo que provoca el desconcierto en la Corte.
Pletórica partitura, llena de vitalidad y sentido del humor, que expone la inocencia de la infancia, el esplendor de la Corte y también la pobreza en la Inglaterra de los Tudor, con una amplia variedad melódica.