Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de soldados norteamericanos se establece en un pueblecito francés, donde les suceden todo tipo de aventuras, amorosas incluidas.
De las colaboraciones entre el director y el compositor, no figura ésta entre las más destacadas, pero tiene encanto y elegancia. Sobresale el uso que hace de la música siciliana, con tarantelas y otras melodías tan típicamente italianas. En cierta manera, fue un encuentro del autor italoamericano con la música de sus antepasados y una rememoración de su etapa al frente de la «Sons of Italy Band», de su temprana juventud.