En la Irlanda de 1981 una reservada niña desatendida por parte de su familia es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Sin saber cuándo volverá a casa, se queda en el hogar de unos desconocidos sin más pertenencias que la ropa que lleva puesta. Poco a poco, y gracias a los cuidados de la familia realiza notables progresos y descubre una nueva forma de vivir.
Reseña de Javier González:
Candidata por Irlanda a mejor película internacional en los Oscar, es sencilla en su puesta en escena, una película aparentemente pequeña pero visualmente hermosa y con un alcance emocional gigantesco y poderoso. La banda sonora de Rennicks, ganadora en 2022 del premio a mejor música en los premios de la Academia irlandesa de cine y televisión, se alinea con el resto de elementos del filme formando una oda a la sutileza, con una música discreta y delicada, pero de gran calado.
Se estructura en base a dos temas: el primero está dedicado a la niña protagonista, Cáit, una triste y bonita melodía interpretada con piano que muestra su soledad y fragilidad, aunque no exenta de cierta fortaleza y determinación, como una música interior que permanece consistente a pesar de las circunstancias que sufre la niña. El otro tema, este con instrumentos de cuerda, representa el hogar seguro y amoroso que Cáit encuentra con sus tíos durante el verano en el que transcurre la cinta. Es una música lánguida y melancólica, de gran pureza y belleza, que aparece en dos ocasiones: primero durante una secuencia de montaje de vida cotidiana en la granja, donde el tema acoge e invade a la protagonista. En la segunda aparición, al final de la película, las tornas cambian y parece que la música surge de Cáit, que es ahora la que abraza (literalmente) y corresponde ese amor que le han entregado sus tíos previamente. La música, desde su sencillez, se convierte en un elemento esencial para conseguir la sublimación del precioso y excelente clímax final.
Para que la partitura hubiera sido redonda, se echa en falta otro tipo de música para ese entorno carente de amor que sufre Cáit en la primera parte de la película. Quizás un tema de cierta toxicidad y negatividad para representar la ausencia paternal/maternal y su angustiosa vida escolar y familiar. Una música que finalmente acabara silenciada y vencida por el tema del amor, consiguiendo que su triunfo definitivo hubiera sido todavía más impactante y emotivo.