Un joven muerto es enterrado, pero su cuerpo va a parar a una cueva en la que revive y conoce a todo tipo de extraños seres.
Pintoresca partitura, que discurre entre lo grotesco y lo bufo, con dinámicas melodías que más adelante serían tan características en el compositor. Ritmos con mucha cadencia, coros y un sentido de cierto desenfreno en el que, acertadamente, lo que parece terrorifíco acaba siendo burlesco.