Los supervivientes de una terrible infección son evacuados y trasladados a un barco, donde un equipo de científicos intentan encontrar la curación al virus que transforma a los humanos en zombis. Pero, en medio del mar, un simio portador de la enfermedad escapa y muerde a un tripulante. Y el caos se desata.
El compositor firma una apabullante banda sonora sinfónica que, como música de género que es, enfatiza la acción y dota al conjunto del filme de un frenesí constante, que no da tregua ni respiro. Lo hace con una poderosa música que engrandece considerablemente los espacios cerrados en los que transcurre la película (el interior de un barco) y le da un tono épico, grandilocuente, con un temario brillantemente bombástico pero en nada superficial ni vacío (los habituales fuegos de artificio meramente ruidosos que -salvo excepciones- suelen caracterizar este tipo de filmes en Estados Unidos). Bien al contrario la suya es una música fuertemente dramática con dos características especialmente importantes: su tono apocalíptico y su desolador pesimismo, que impregna toda la película y genera una gran ansiedad (las percusiones obsesivas ayudan mucho). En este sentido, cumple sobresalientemente con el hábil objetivo de hacer partícipe al espectador, a quien va principalmente dirigida su música, dándole algunas indicaciones que no están expresadas desde los personajes: por ejemplo, en los momentos donde aparentemente creen tener control, la música habla de descontrol; cuando deciden emprender acciones heroicas, expresa fatalidad (siempre, eso sí, de modo no explícito sino sutil), en una aparente contradicción que en realidad es más que uno de los grandes recursos que tienen los cineastas que hacen cine con su música: dar al espectador más infomación que aquello que ve en pantalla y de este modo tenerlo bajo su completo control. En este caso, además, se lleva al extremo: allá donde se espera una resolución liberadora (con un muy bello tema), el compositor -tan mortífero como el virus- sugiere que el fin del mundo sigue estando cerca. Devastador.