Extensa e intensa banda sonora sinfónica que el compositor desarrolla en los territorios de lo ambiental y de lo dramático. Es una creación épica e íntima, luminosa y oscura, apacible y violenta, lírica y afligida, una permanente dualidad que lleva a la música no solo el conflicto entre las dos reinas, y sus respectivas cortes, sino que resalta especialmente el conflicto interno que crece en ellas mismas. Hay mucha belleza en la música aunque ciertamente roza los hagiográfico, algo inevitable tratándose de una producción comercial (Federico Jusid no pudo evitarlo en su magnífica Isabel, por ejemplo). Pero el compositor mantiene bien las riendas y no deja que se escape por sendas sentimentaloides, sino bien al contrario sostiene su tono y su desarrollo de modo sólido y lógico. Ello es también gracias a una impecable estructura temática, en la que algunos de sus temas centrales conocen transformaciones explicativas muy nítidas. Su exquisito tema principal, épico y de trasfondo trágico, la cuidada combinación entre música de época (que evoca la época) y otra más contemporánea y universal, junto a la imponente fortaleza de coros nada impostados son algunas de sus máximas virtudes, como también la finezza y belleza melódica, el cuidado instrumental y el sentido explícito de que la música está no para hacer bonito (aunque también) sino para explicar un relato, lo que hace espléndidamente bien. Solo el uso ocasional de samplers -las eternas limitaciones presupuestarias y de tiempo- resta alguna brillantez al conjunto, pero no lo entorpece.