Remake de The Lion King (94) con las aventuras de un pequeño león, heredero del trono de su padre, que se exilia al ser injustamente acusado de su muerte, pero que hace buenas amistades y regresa para recuperar lo que es suyo.
Hay algunas diferencias entre esta banda sonora con la que el compositor escribiera en el filme de 1994, pero la más significativa de todas es que su huella es mucho más visible que la de Elton John, autor de las canciones de aquél filme (que ya llevaban bien impresas la marca de Zimmer y de Mancina) En aquél entonces John era una megaestrella y Zimmer no, y de alguna manera la atribución solo al cantante británico de las canciones pareció deberse más a alguna cuestion contractual. En cualquier caso, Zimmer impone mucho más su presencia y, de alguna manera, llega a ensombrecer -cuando no anular- a Elton John. También en las canciones. Esta es una banda sonora de inmensa producción musical concebida más como un revival para concierto -épico, algo exagerado- que una creación encerrada en la película, lo que da como resultado un potente espectáculo musical pero que en realidad no aporta mucho más de lo ya conocido. De hecho, las músicas y especialmente las canciones nuevas son olvidables, más propias de un concierto nocturno de verano en una playa que del filme al que teóricamente deberían servir. Pero son impuestas e impostadas. Y a pesar de la gran inversión, el original es considerablemente superior: quizás sea menos llamativo, pero desde luego mucho más genuino.
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