A lo largo de los ocho capítulos de la serie televisiva la música va tomando cuerpo, forma y presencia de modo paulatino, calmado y lento, hasta eclosionar de modo decidido y decisivo en el tramo final. A lo largo de los episodios la música se mantiene en segundo plano -con puntuales excepciones donde toma cierto protagonismo- y aporta matices y colores de misterio e intriga, ambientales orgánicos, de melancólico dramatismo, de comedia e incluso de cierta sordidez. Ya en el tramo final surge una melodía desenfadada y cómica que ensalza la picaresca y habilidad del protagonista y que funciona por contraste con su tema personal, que muestra la tristeza y soledad en la que siempre se ha encontrado.