Usuario: Ángel González
Fecha de publicación: 10.03.2023
Rocketman es más que un biopic. Particularmente yo la veo como una terapia de Elton John llevada al cine. La proximidad de Bohemian Rhapsody y la presencia de Dexter Fletcher en la dirección me hacían pensar en otra película complaciente, tramposa y (al menos, para mí) decepcionante.
Pero Rocketman curiosamente es otra cosa. Sí, es un biopic. Sí, es hagiográfica. Pero es mucho menos complaciente (dentro de los márgenes de la comercialidad, claro) y, sobre todo, a mí me resultó mucho más gratificante. Varios factores intervienen en esta opinión y unos cuantos de ellos tienen que ver con el uso de la música en el filme. Bueno, y Taron Egerton, que realiza una actuación electrizante, capaz de embeberse de Elton John pero creando un personaje propio, auténtico. Una actuación deslumbrante que seguro tendría más reconocimiento si el año anterior Rami Malek no se hubiese llevado infinidad de premios por su buena (pero menos orgánica) interpretación de Freddy Mercury. ¡Ah!
MUCHOS SPOILERS de aquí en adelante. El que la película sea entendida como terapia se colige ya con la primera escena, con Elton John entrando en una sesión de un grupo de terapia, disfrazado como un demonio alado. La película se cuenta como una repaso de su trayectoria vital que lo ha llevado a todas sus adicciones. Eso probablemente explica que los personajes “antipáticos” (padre, madre, amante) estén demasiado estereotipados, y algunas reflexiones pienso que también cojean, aunque Taron haga que casi no importen.
El primer punto a favor sin duda es el hecho de que el protagonista sea quien cante, sin recurrir al playback, hecho este que aporta un factor diferencial importantísimo. Claro que ya sabían cómo se las gastaba Egerton con material de Sir Elton, ya que había cantado I’m still standing (como gorila) en Sing!
Una baza esencial a favor es el hecho de concebir el biopic como un musical, con algunos números excepcionales (o absolutamente efervescentes, como el de Saturday night’s alright for fighting y su impresionante coreografía). Esta idea es brillante porque permite hacer una especie de “suspensión de la realidad”. Es decir, entiendes que lo que sucede no tiene por qué resultar verosímil, sino que lo que importa es lo que se transmite. Ej: Todos entendemos que el Consider yourself de Oliver no es verosímil para transmitir la sociedad retratada por Charles Dickens. Pues aquí podemos entender lo mismo. Hay más simbolismo y más inteligente de lo que parece a primera vista.
Un tercer punto fuerte es que varias de las piezas, aquellas en las que aparecen personajes cantando, cuentan con arreglos musicales o pequeñas variaciones que permiten su entrada de modo más natural y menos forzado (ejemplo, la interpretación de Your song, que me hace lamentar aún más la escena de Bohemian Rhapsody en la que Rami Malek, al piano, “interpreta” Lazing on a Sunday afternoon de mi adorado A night at the opera). Incluso se adapta la letra, como en I want love, para dar cabida a la interacción del pequeño Reggie (Elton) y su familia.
Respecto a la arquitectura musical, reconozco solo dos temas que se repiten de algún modo a lo largo de la película. Los dos vienen a ser temas centrales:
a) Rocket man, con sus muy adecuados arreglos, aparece en la visión o sueño del pequeño Elton John, a los pocos minutos de empezar el filme. Muestra su ilusión por la música y sus ganas de comer el mundo. Es vibrante y enfática. Pero luego reaparecerá, en tono oscuro y resignado, en su bajada a los Infiernos donde curiosamente se encuentra con aquel niño lleno de ilusiones (escena de la piscina), haciendo más patente se encuentra en el punto opuesto a entonces. Por tanto, parece que este tema habla de su ilusión.
b) Goodbye yellow brick road, sin embargo, es la clave. Ya de por sí es un tema altamente simbólico. Aquí comienza de modo instrumental, brevemente, con la irrupción inicial de Elton John, justo antes de hablar de sus adicciones. Y aparecerá nuevamente en el momento en que toca fondo, inicialmente cantado por Bernie Taupin (su letrista y amigo) cuando decide que ya no puede seguir con Elton, para luego retomarlo Taron Egerton en su momento más bajo, pero también cuando decide tomar las riendas para volver a levantarse. Ahí conecta con ese Elton John vestido de diablo alado, que ahora ya más parece un ave fénix resurgiendo de sus cenizas. El adiós al camino de losas amarillas de El Mago de Oz, al que hace referencia, es también el adiós a un estilo de vida que lo ha llevado a un lugar que no quiere. Curiosamente la canción cobra pleno sentido dentro de este filme, y no en 1973 cuando se editó. Creo que Elton John así lo vio y decidió que jugara este buen papel dentro de Rocketman.
Y por último reseñar el final. Justo cuando parecía volverse todo un poco rebuscado, con esa reunión de las personas de su pasado en el grupo de terapia (una reunión ficticia, evidentemente, pues recordemos lo de la suspensión de la realidad), llega un número final excelente, con un I’m still standing inicialmente ralentizado. Es la muestra de la determinación de Elton John para cambiar su vida y conecta con el icónico vídeo original de esta canción, cerrando por todo lo alto la película.
Bueno, quedan los créditos y la canción ganadora del Óscar ese año. Qué le vamos a hacer. A mí me sobra por completo, pero entiendo que era parte de la terapia.