En la tierra de los pingüinos Emperadores, donde cada uno necesita una canción para atraer a su alma gemela, nace un pingüino que no sabe cantar, pero resulta ser un genial bailarín de claqué.
Dinámica y por momentos desenfrenada partitura, apta y adecuada para este filme de animación, tanto por mantener los prototipos característicos en el género (un temario bien definido, cierta ampulosidad orquestal, ritmo, etc.) como también por la categoría de sus temas, notables.