Un estudiante de derecho, aficionado a las cartas, se introduce en el mundo de las partidas clandestinas en Nueva York, sin prever los peligros que le esperan.
El compositor pone en práctica su buena formación jazzística, su inclinación por el uso de la percusión y su preferencia en la investigación de nuevas sonoridades. Esta banda sonora está mayoritariamente integrada por un jazz muy heterogéneo, aunque también hay espacio para el intimismo melódico.