Filme de animación sobre un joven monje que vive en una abadía fortificada en la Irlanda del siglo IX. Junto con el resto de hermanos, ayuda a construir una muralla para proteger la abadía de los asaltos de los vikingos. Cuando conoce a un famoso maestro miniaturista y guardián de un excepcional libro de miniaturas inacabado, el pequeño monje va a vivir increíbles aventuras.
Partitura que abre nuevas vías de expresión y narración en el género. En primer lugar, porque evidencia cómo el eterno método Disney -aunque siga siendo vigente y útil- ya está claramente superado; en segundo lugar, porque el hecho de que este tipo de películas puedan ir dirigidas a un público infantil no hace imprescindible un tratamiento simple y básico en la estructura melódica y temática. Pero esencialmente porque, con su música, el filme gana no solo en belleza y claridad, sino singularmente en profundidad.
El compositor ha escrito una partitura muy elaborada, de compleja y sofisticada belleza, más intelectual que emocional (algo que, obviamente, también está presente). Su instrumentación -tan pulcramente cuidada-, la elegancia de sus melodías y su capacidad de fusionar elementos tan dispares como lo Celta y lo Oriental, o lo místico y lo terrenal, convierten a este trabajo orgánico en una delicia, de principio a fin. La orquesta, los instrumentos solistas, las voces corales y su precisa estructura temaria convierten a esta partitura en una de las mejores y más gratas creaciones de 2009.