Videojuego de acción ambientado en el periodo Sengoku cuyo protagonista es un ninja que deberá vengarse de un samurai que le atacó y secuestró a su señor.
(Reseña de Ignacio Marqués Cuadra)
En la línea de otras bandas sonoras en las que estuvo involucrada la compositora, como Bloodborne (15) o Dark Souls III (16), esta es una poderosa partitura sinfónica que, del mismo modo, se aplica para dar definición y énfasis al entorno y la acción, con la diferencia de que no se focaliza tanto en los grandes combates contra los principales enemigos sino que se aplica de un modo más persistente a lo largo del juego y, además, hace uso de una música de raíces mucho más orientales para ambientar coherentemente el contexto en el que se desarrolla la acción (aunque sin renunciar del todo a lo occidental). Cuenta con una factura más que notable, con un impecable uso de la instrumentación étnica y coros, momentos de enorme prestancia y, en general, contribuye de un modo sólido a aportar color, misticismo y espectacularidad a la mayoría de pasajes del videojuego en los que se aplica.