Unos jóvenes periodistas investigan una práctica ritual de sacrificios humanos, pero en su empeño acaban poniendo en riesgo sus propias vidas.
El compositor aplica una música nebulosa, inquietante e inconcreta para recrear un ambiente de amenaza que puntualmente deriva en una abierta hostilidad. Lo hace en base a una diversidad de temas que actúan conjuntamente consiguiendo con ello fuerza y poderío, pero evitando referenciar, explicar o concretizar en forma de música el tipo de amenaza de que se trata. Otra música, de tono gótico, se dedica a plasmar una perspectiva más dramática y derrotista, pesimista y también desalentadora. No se concede, pues, ningún margen a la esperanza.