Un joven austríaco, hastiado de la vida que lleva en su país, decide iniciar una aventura en tierras tibetanas con la esperanza de poder encontrarse a sí mismo.
Banda sonora que combina lo espectacular con lo intimista, con un tema principal que destaca por su solemnidad y que evoluciona a lo largo de la partitura, y en el que interviene de manera destacada el violoncelista Yo-Yo Ma.
El compositor aborda en esta banda sonora la inmensidad y la grandeza de las tierras tibetanas con melodías sinfónicas de carácter épico, que otorgan a la película un aire de gran aventura. Pero también elabora una música que sirve para reflejar el carácter solitario e introvertido del personaje protagonista, de manera que con ella se expresan sus dudas y temores. En la combinación de ambos aspectos surge una partitura grandilocuente en su forma pero de cuidada delicadeza en su fondo. Inserta puntualmente melodías étnicas.