En un pueblo montañés, acabada la guerra civil, los habitantes deben convivir con la guerra de guerrillas de los maquis contra la Guardia Civil franquista.
A tenor del resultado final, podría decirse que el compositor ha estado tan acertado con su música como equivocado el director en la inserción que ha hecho de ella en el filme. Y eso por la excesiva presencia de subrayados melódicos breves, tan previsibles, tópicos e innecesarios que, cuando realmente es necesaria la música, ésta ya no tiene otra utilidad que la de acompañar la imagen sin aportar dramáticamente nada. El propio realizador ha declarado que solo pensó en la música una vez rodada la película, pero no antes: esto es lo que tantas veces provoca que la partitura acabe por ser un parche musical. No es algo que ocurra siempre, pero este es uno de los tristes casos en los que la música en el disco es muy bella y hermosa, mientras que en el metraje es insípida e inútil.