Cuatro niños ingresan en una prisión para menores tras haber cometido una fechoría con fatales consecuencias. Allí serán reiteradamente maltratados y violados por uno de los guardianes, con quien ajustarán cuentas pasados varios años.
El compositor se aleja de su sinfonismo característico y se acerca a una vertiente más intimista. Se apoya puntualmente en los coros sin renunciar al empleo de un gran conjunto orquestal y la música va evolucionando a la par que el metraje, incrementando su dramatismo hasta el final, donde alcanza su máxima nivel melódico.