Una niña afronta los últimos días de vida antes del fin del mundo. Mientras lucha por comprender la complejidad de la muerte, también trata de mantener unida a su familia organizando una fiesta para el momento final.
Esta película parte de una premisa catastrófica que está fuera de plano y que se focaliza en relatar una historia intimista sobre cómo unas menores se enfrentan a la inevitable muerte y a su relación con sus seres queridos. La catástrofe está fuera de plano relativamente, porque lo que sí está en plano y percibible es la música que la referencia, no de modo evidente, ni hiperbólico, sino sutil, que impregna a los personajes de desazón, también de cierta compasión (no melodramática) y en el que la electrónica se impone como algo estéticamente contrario a la pureza e inocencia a punto de ser lacerada.