Una familia danesa visita a una familia holandesa que conocieron en unas vacaciones. Lo que se suponía sería un fin de semana idílico comienza a desmoronarse lentamente mientras los daneses intentan ser educados frente a lo desagradable.
Banda sonora que actúa como si formara parte del espacio, del entorno, como una personalidad que vigila, comenta y advierte, casi al modo de coro griego. Sus aires místicos y existencialistas, kubrickianos, contribuyen a crear un filme singular, inmersivo, intenso y hasta sádico. Arranca en el filme de modo muy exagerado, excesivo, en las partes donde aún no ha comenzado la tensión. Cuando llega, la música desaparece... hasta que reaparece nuevamente intensa y luego deriva por cauces más convencionales. La escena final con un cántico en latín y un requiem sacro le da un tono de extrema crudeza.