Peter Parker comienza a experimentar su recién descubierta identidad como Spider-Man. Bajo la atenta mirada de su mentor intenta mantener una vida normal como cualquier joven de su edad, pero interrumpe en su rutina diaria un nuevo villano, Vulture.
En esta nueva entrega de la saga Michael Giacchino no aporta nada que sea singularmente diferente a lo que se aplicó en el resto de bandas sonoras, tanto en su tono, su estilo y el sentido de lo dinámico. Pero tal y como sucedió en las anteriores, hay sitio para insertar lo personal, y en este caso se aprecia una determinada pretensión: hacérselo pasar bien al espectador y hacer uso de la música como elemento festivo en el filme, más allá por supuesto de lo explicativo.
Hay tema principal para Spider-Man y contratema para Vulture. Ambos temas combaten y se enfrentan, son caras absolutamente opuestas y con ellos el compositor eleva y mucho el nivel de la partitura. El nuevo tema para el hombre araña se presenta en una forma ligera, desenfadada, y así se mantiene en buena parte del filme, aunque naturalmente suma elementos animados y heroicos, pero estos no forman parte de su ADN central. Se emplea muy frecuentemente y el compositor añade elementos emocionales que lo hacen más cálido y cercano, desvelando el lado serio de esa música aparentemente frívola.
Frente a él, el contratema es arrogante, contundente, casi apocalíptico y muy antipático. Giacchino se ha destacado como uno de los compositores contemporáneos que mejor manejan el uso del contratema para enfrentarlo al tema principal y llevar al terreno de la música el duelo argumental, magnificáncolo, como sucedió en Up (09) o en Star Trek (09). Con este duelo planteado y llevado a las últimas consecuencias, todo lo demás -temas de acción, etc- es secundario, también las simpáticas citas de la música de Alan Silvestri para The Avengers (12). Es muy de agradecer que, en los tiempos que corren, se sigan al menos intentando hacer cosas interesantes en filmes blockbuster...