En un futuro próximo se ofrece a presidiarios la oportunidad de someterse a experimentos médicos para acortar su sentencia. Uno de los sujetos, inyectado con una droga que genera sentimientos de amor, empieza a cuestionar sus emociones.
El compositor firma una creación en la que recrea un entorno futurista y opresivo, con uso de electrónica, y con música dramática y sentimental que funciona por contraste y para enfatizar el mundo interior y las emociones del protagonista. Es sustancialmente una banda sonora para dar más epicidad y engrandecer el filme.