A mazazo limpio. Así se carga Frank Miller cualquier atisbo de lógica dramática en THE SPIRIT, una peli, ante la cual lo mejor que puede hacer cualquier persona que se decida a verla es tomársela como una parodia. Algo así como una adaptación de comic que se jacta orgullosa de su auto-condición de serie z, atestada de retoricas visuales que no pueden por sí mismas sostener en alza un guión tan banal como intrascendente. No obstante, no es decepción lo que uno siente al abandonar el cine, sino más bien una ligera sensación de engaño, de timo, ante lo que a todas luces ha sido un circo de tontadas a cual más irreverente. Y, por supuesto, si hablamos de excentricidades musicales, la banda sonora de THE SPIRIT bien merece crédito. David Newman es un fabuloso compositor que hace que su score sea de lo más destacable de la película. En su escucha aislada la emoción está servida, ya sea por su contundente épica o por esos deliciosos fragmentos románticos, sin obviar, claro está, unas acertadas reminiscencias a Morricone que, todo sea dicho, se funden estupendamente con el resto de colores de la pieza. No creo que sea una banda sonora disfrutable para todos los paladares, pero me parece evidente que David Newman ha puesto todo su buen para resolver musicalmente el interminable surtido de delirios que pueblan el film, hecho encomiable sin lugar a dudas. Su complejidad es muy superior a lo que pueda parecer en una primera aproximación, resultando un score ecléctico y delicioso para los sentidos en muchos momentos. Cerca, muy cerca del sobresaliente *---_---*

Excentrica partitura, llena de cambios de registro, altibajos, sobreorquestada en algunos momentos, excesivamente comedida en otros, que trata, desesperadamente, de musicalizar el caos visual de la ¿película? de Miller. Newman no podia hacer nada más.