Cuarta temporada de la serie televisiva en torno a la vida de una familia multimillonaria y poderosa, dueña de una de la compañías de comunicaciones más exitosas del mundo.
Reseña de Javier González:
Notable cierre musical a una de las series televisivas más relevantes de los últimos años, donde Nicholas Britell continúa con el mismo estilo y enfoque de las anteriores temporadas. Sigue sacando máximo provecho del soberbio tema de créditos iniciales, un improbable cruce de música clásica barroca y ritmo hip-hop que se ha convertido en icónico, uno de los mejores y más reconocibles temas principales de la historia de la televisión. A pesar de ser insistentemente utilizado a lo largo de la historia no resulta repetitivo, gracias a una cantidad apabullante de variaciones con distintos tempos e instrumentaciones, siempre con resultado musicalmente exquisito, sobre todo en el uso del piano y las cuerdas.
Tanto el tema principal como otros secundarios no están adscritos a personajes o lugares específicos, a excepción de las sonoridades urbanas y hip-hop, que suelen estar vinculadas a Kendall Roy. Es por ello que la partitura no tiene apenas funciones narrativas, más allá de algunos detalles aislados. Su mayor valor reside a nivel dramatúrgico, gracias a su sofisticación y virtuosismo musical, que eleva a los personajes y les dota de profundidad y humanidad. Los dramáticos y relevantes eventos de esta última temporada hacen que la música adquiera un tono especialmente grave y solemne en algunos momentos, restando presencia a la música para la comedia y la sátira, que sí tenía más espacio en otras temporadas. Es especialmente acertado el uso del hip-hop en una maravillosa y juguetona escena protagonizada por los tres hermanos (Kendall, Shiv y Roman) en el último capítulo antes del desenlace, donde finalmente la partitura retoma su característico estilo elegante y refinado consiguiendo una conclusión del viaje musical emocionante y sofisticado.