La vida de un policía campechano en el barrio de Carabanchel da un vuelco cuando, tras provocar un pequeño gran desastre, es destinado a la Costa del Sol como agente de movilidad. Allí se reencontrará con su hija, con la que hace años que no se habla, y se verá envuelto en una peligrosa trama de narcotráfico internacional.
Los compositores firman una banda sonora para la comedia que acaba por ser poco cómica, con pretensiones que se malogran por su dispersión y falta de solidez temática y estructural que deriva que esta sea una creación de parcheo que no levanta el filme ni lo lleva a nada más allá de lo que se ve. Cuenta con música sinfónica que se aplica para funcionar por contraste y aportar un tono serio y solemne, deliberdamente exagerado, y esa es la parte que mejor se resuelve. En lo que no es eso, una sucesión ecléctica de temas ochenteros y de otros estilos que no van más allá de lo ambiental.