En Kirguistán, un electricista no sólo lleva la luz a los habitantes del pequeño pueblo, sino también la luz del amor, la lealtad, la vida, y sobre todo, la risa.
Creación que saca provecho de lo étnico y folclórico para la expansión de un tono evocador, paradisíaco, pero también íntimo y cálido. Es una banda sonora elegante y hermosa, variada en temas.