Una compositora y directora de orquesta mundialmente famosa está a solo unos días de grabar la sinfonía que la llevará a las alturas de su ya formidable carrera. Pero pronto todo a su alrededor parece comenzar a desmoronarse y ella hará lo imposible por evitarlo.
La música es grandeza, la música es belleza, la música es vida... pero en esta película todo es decadencia y ocaso. La protagonista es una compositora y directora de orquesta que forma parte del selecto grupo -explican- de los ganadores del EGOT (Emmy, Grammy, Oscar y Tony), que está en la cúspide de su carrera y que tiene a todo el mundo de la música a sus pies. Pero es una mujer turbia, manipuladora y muy obsesiva. Es vehemente, inflamada, es también compositora y quiere terminar una sinfonía (For Petra, la principal aportación de Hildur Guðnadóttir a la película), pero no puede pasar de unas cuantas notas ni puede avanzar: está bloqueada, creativamente paralizada. La obra llega a completarse, según se explica en el argumento, pero ni vemos cómo ni la conocemos, y es que en esta película donde la música es tan esencial, el silencio musical, la ausencia y el vacío musical es la verdadera música de la película: la nada. O la prácticamente nada: sí hay momentos puntuales donde se percibe la presencia de música de Guðnadóttir, casi imperceptible, como distante, lejana y remarcando, así, que está más ausente que presente.
El álbum de la banda sonora es un álbum conceptual, que además de incluir los clásicos reinterpreta el tema compuesto por la compositora islandesa, junto a músicas que no aparecen en el filme.