Tras un trágico aborto, una mujer y su marido deciden adoptar a unos angelicales hermanos con una educación ultracatólica que les induce a interpretar la Biblia de forma literal, sin distinguir lo que está bien de lo que está mal.
La compositora aplica una música que pretende abarcar distintos ámbitos sin llegar a consolidar ninguno de ellos: está la música ambiental para recrear un entorno turbio, la tristeza en la música de la madre -lo más conseguido en toda la partitura - y la música para los niños con el tema principal que es dulce y siniestro, en forma de nana y de vals. Este tema muestra de modo inmediato cuáles son sus bazas (la ternura impostada, que funciona por constraste) y luego se limita a ser reiterado, sin evolucionar a pesar de que el argumento y las relaciones de los adultos con los niños sí evolucionan. Tiene más interés cuando se extiende y abarca a la madre, pero es una operación demasiado obvia y le resta poder. Es buena en sus pretensiones pero falla en su ejecución y en la ausencia del tema principal en algunas escenas donde podía ser muy beneficiosa su presencia, lo que acaba por diluirlo y difuminarlo.