Videojuego de estrategia en tiempo real ambientado en la Antigua Roma.
Reseña de Ignacio Marqués Cuadra:
Muy notable y extensa banda sonora sinfónica que contó con una producción más ambiciosa y con muchos más medios que su anterior entrega Rome: Total War (04), siendo una música dispuesta en todo momento para lograr la inmersión del jugador en la época del modo más fidedigno posible.
Por primera vez en la saga se utilizó un tema central, además de otros secundarios en similar línea, que serviría como referente en repetidas ocasiones, apareciendo en su forma completa o mediante sus motivos a lo largo de un buen número de temas de batalla. Es un tema que se presenta siempre al inicio del juego y que por sus cualidades es especialmente atribuible a la facción de los romanos, siendo por otro lado muy descriptivo pues musicalmente es muy sencillo y funcional: un motivo de cuatro notas que se repite tres veces para conformar el tema completo, es decir, una estructura musical que tiene mucho que ver con ese orden y repetición de unidades que conformaban las legiones romanas pero que también podría guardar muchas similitudes con las órdenes que daban los tubicines, cornicines y bucinatores (músicos de guerra de las legiones romanas que utilizaban diferentes instrumentos de viento metal para transmitir las órdenes de los superiores durante la batalla). Y que a su vez es imponente, desafiante y majestuoso (coincidiendo exactamente, con todo lo explicado también anteriormente, con el perfil de las legiones romanas), pero que también cuenta en su desarrollo melódico con un toque crepuscular muy bello, la enorme destrucción que por otro lado ocasionaban los imperios para poder erigirse.
En cuanto a la recreación de la época y las diferentes culturas, es una creación claramente superior a la primera entrega de Jeff van Dyck y posiblemente la más ambiciosa de toda la saga hasta la fecha, pues los compositores realizaron una música ambiental a partir de una amplísima gama de instrumentos étnicos que se emplearon en la antigüedad (como el duduk, la lira, el carnyx, la cítara…) y voces (algunas en latín), ya fuera para los romanos, los celtas y germanos, los griegos o los pueblos africanos y orientales, todos ellos con la instrumentación característica de la época, siempre dentro de un mismo marco estilístico y de formato musical, y con un uso de las voces que añadían también el componente religioso de cada uno de ellos. Como referencia, en ocasiones recuerda y se acerca bastante estilísticamente a lo hecho por Jeff Beal para la serie Rome (05), en la que éste reinventó por completo la música característica de la Antigua Roma, posiblemente la más aproximada a la música que existió en la época y alejándose en parte tanto de lo hecho por Miklós Rózsa (máxima referencia del cine clásico de romanos) o del sentido más moderno, pero también étnico y pomposo, de Hans Zimmer en Gladiator (00), imitado también en muchas películas modernas de romanos.
Para las batallas se hizo un brillante uso de la orquesta sinfónica (aquí situándose en algún punto intermedio entre Rózsa y Zimmer, siempre con un destacado empleo de los metales) y unas músicas grandiosas que en cierto modo ayudaban a conseguir una percepción adecuada de la desmesurada escala que tenían las batallas en aquellos tiempos, ayudándose de unos poderosos y muy característicos coros que también les aportaba ese tono de antigüedad y grandeza. Pero también mediante la instrumentación étnica para aportarles exotismo y, en algunos casos, cierto misticismo implícito en las propias voces, como las de las tribus celtas o germanas principalmente, acercándonos también desde la música a ese mundo religioso de los druidas y las pinturas de guerra.
En general, es una obra musicalmente muy esforzada y rica, a la que tal vez solo se le podría achacar más variedad musical y temática, pero que en su elaborado, detallado y estudiadísimo acercamiento a la música de los pueblos de la época hace que resulte de una más que notable factura, con una muy lograda homogeneidad general y una gran solidez estructural pese a la ingente cantidad de instrumentación étnica empleada.