Usuario: Mikel C.G Siw
Fecha de publicación: 14.07.2009
Michael Bay y su irascible “troupe” de bichejos transformables regresan para aplastar lo poco que pudo quedar en pie tras la primera parte. No es esencialmente una bazofia, pero ni mucho menos una digna película de ciencia-ficción. Sus efectos visuales (ya no sólo digitales sino también carnales, pues estoy convencido de que la primera aparición de la celestial Megan Fox fue el único instante de toda la filmación en donde el señor Bay puso de acuerdo a toda la platea) son portentosos, pero excesivos. No existe un arco dramático que atrape al espectador, sino más bien una suerte de disparates y desequilibradas secuencias de acción en donde todo explota, o sale por los aires, o es volatilizado por cualquier otro elemento del entorno. Tanto al señor Bay, como a su torpe grupo de guionistas, habría que explicarles que la coherencia narrativa, por mínima que sea, no está reñida con mostrar un film espectacular. Si no, pues eso, se queda en mero espectáculo; brillante –o doloroso, según se mire- pero plano y carente de emoción. Su duración también es excesiva, y uno acaba ciertamente un poco harto de tantas transformaciones, exhibiciones y explosiones. Todo se mueve constantemente, y las situaciones absurdas dominan la función desde el comienzo. ¿Estoy siendo muy duro? Creo que no. A su público le encantará y no querrá que la venganza termine, pero para los que también vamos al Cine a ver buenas películas, este singular desfile de robots gigantes (y algunos más chicos) no será recordado como lo más destacable de este 2009… Todos hemos destrozado juguetes, pero el señor Bay parece tener una cierta tendencia al exceso que, verdaderamente, está varias franjas más allá de lo razonable. En cuanto a su apartado musical, y aunque pueda parecer extraño, lo cierto es que me ha convencido más que en la primera entrega. El corte “Prime”, destacable nueva interpretación del tema que Jablonsky compusiera para Optimus en el primer film, me resulta, por ejemplo, mucho más acertado y, hasta cierto punto, conmovedor. Hay épica y violencia a raudales, pero allí donde Bay ha perdido la lógica, Jablonsky procura mantener un equilibrio sonoro que, lejos de resultar tan machacón y redundante como en el primer film, otorga emoción y solemnidad. Quizás porque el compositor ha sabido reutilizar sabiamente lo mejor de la anterior entrega, o quizás por hacer gala de una estructura algo más sólida y mejor planteada, TRANSFORMES II se destapa como un notable –adiós prejuicios- trabajo de acción. No se trata ya de hablar de originalidad, lo que debemos plantearnos es su capacidad emocional, pues si bien sigue sonando a piezas ya oídas previamente, su belleza es un rasgo a favor que no podemos pasar por alto… A su manera, se trata de un score atrevido y emocionante. PD: jajaja. ¡Ay la parejita! jajaja…Qué se las prometían ya tan felices cuando la guerra de muñecos detonó a su alrededor. Pero tranquilos, que los Decepticons volverán para arruinarles otra tarde. *siw*