Cuando estalla la Guerra Civil la vida de un hombre pasa a estar seriamente amenazada y con ayuda de su mujer decidirá utilizar un agujero cavado en su propia casa como escondite provisional, en un encierro que se prolongará durante más de 30 años.
Este es un filme con escasa música original que se explica muy bien sin ella y que realmente no la necesita en tanto todo el peso dramático está solventemente expresado desde el guion literario y las estupendas interpretaciones. Tanto es así que podría funcionar perfectamente sin una nota musical al menos hasta la conclusión final. Pero por alguna razón se ha optado por insertar algunos momentos musicales (sentimentales, dramáticos y de tensión) que generan un efecto contrario al que se estaba logrando en toda aquella parte expuesta en silencio musical, y es que transforma en ficción la cuidada inmersión del espectador en el realismo del filme, y de alguna manera sirve más para aliviar y distanciar que no a meter en situación. La puntual inserción musical unido a su escasa profundidad hacen que este sea el elemento menos relevante de los que conforman la película. Hay un tema principal, a guitarra, emotivo pero excesivamente sencillo, que se aplica sin evolución palpable allá donde los personajes sí evolucionan y que en la parte final, allá donde podría y seguramente debería elevarse, vuela a ras de suelo y genera una cierta indiferencia, algo que no sucedería de haberse transformado o, en su defecto, haberse presentado por vez primera en el hermoso final. Se acompaña de Mateoren Ama (19)