Un joven estudiante de Pekín es enviado a vivir entre los pastores nómadas de Mongolia Interior. Allí capturará una cría de lobo con la idea de domesticarlo, pero todo se ve amenazado cuando un oficial del gobierno central decida eliminar a los lobos en la región.
El compositor firma una creación sinfónica de enorme belleza que se expande en los extensos territorios donde acontece el filme y también en los territorios emocionales y conceptuales del anhelo de la libertad y la unión sentimental con la Naturaleza, encarnada y representada por el lobo. Es una aportación que no solo impregna de sentimiento y nobleza a la película, sino que determina su color optimista y esperanzado, contestado en lo musical por algunos momentos de quiebro, que de todos modos son menores. Se vertebra en derredor de un imponente tema principal que es cautivador y que sirve también para involucrar al espectador a través de sus diferentes transformaciones, aunque de presencia algo excesiva. Un trabajo que es estructuralmente sencillo y que es más estético que narrativo.