Una mujer y su hija viven una vida tranquila en una granja estadounidense, pero cuando los restos de su madre llegan de Corea, se obsesiona por el temor a convertirse en su propia madre.
Como ya ha hecho en otras ocasiones en filmes de terror Roque Baños tiene un gran propósito: hacer el máximo daño posible. Y lo logra con las herramientas de tortura que tan bien maneja: los instrumentos musicales y una banda sonora que busca generar caos, imprevisión y sonsacar elementos dramáticos y sentimentales para exponerlos y de alguna manera atacarlos. Hay un tema principal definido que expone el dolor y el miedo, la fragilidad y vulnerabilidad de la protagonista, y también hay música espectral, fantasmagórica, con la que interactúa, en lo que aparenta ser una posesión diabólica musical (también diabólicamente musical). En lo que no es eso, un ejército de temas secundarios tóxicos, agresivos, hirientes y muy crueles.