Una pareja y un niño disfrutan de sus vacaciones en el norte de la India. Una noche sufren un brutal ataque por unos bandidos y horas después él es rescatado por un nativo y trasladado a una remota aldea en las montañas. Allí, incomunicado y sin posibilidad de regresar a la civilización, deberá permanecer hasta la llegada del invierno.
En esta película de espectaculares y bellísimos escenarios montañosos la música del compositor se aplica para recrear el entorno y lo ambiental, por un lado, y lo dramático por el otro. En lo que concierne al primero, hay variedad de temas étnicos con voces, que aportan un tono bucólico pero extrañamente inquietante: no se tardará en averiguar que el paraíso tiene también un lado infernal. En lo que respecta a lo segundo, la música se aplica sustancialmente desde la perspectiva del protagonista, en su quebranto psicológico y sus pesadillas, en su contemplación, aceptación e integración de lo que le rodea y finalmente en su empeño por regresar a la civilización. Cuenta para ello con un destacado tema principal, delicado y sensible, expresado íntimamente con el piano y que sirve de camino y referencia para el viaje físico y emocional del personaje, aunque es una música insuficientemente aprovechada y que queda desapegada al personaje. En su conjunto esta es una banda sonora de gran prestancia en lo musical pero que se lastra por las propias insuficiencias de la película, a ratos excesivamente morosa y en cuyo tedio también cae parte de la música, que pierde tensión emocional y en consecuencia también pierde emoción en el tramo final.