Una joven irlandesa busca al chico del que está enamorada y que la ha dejado embarazada. Viaja a Inglaterra y conoce a un hombre que se propone ayudarla, sin saber que este hombre esconde un terrible secreto.
En su octava colaboración con Atom Egoyan, el compositor prosigue las constantes melódicas que ya se apuntaron en los filmes previos y que se sustentan en la creación de heterogéneos temas relajantes con los que contribuye a la creación de un entorno aparentemente paradisíaco que, por contraste, sirve para potenciar el trasfondo dramático de la película. Aquí, los recursos son insólitos: evoca desde la música de Chaplin hasta las acarameladas versiones de clásicos que Mantovani popularizó en los sesenta, conjugando fragmentos de música atonal y añade la voz de la soprano Kate Crossan. El resultado global es caótico, confuso y desordenado, lo que sin duda era lo que se buscaba.