Un joven protagoniza un concurso en el que tendrá que vivir una semana en un edificio FNAC de donde no podrá salir. Su único contacto con el exterior será a través de las redes sociales. Su objetivo: conseguir 100.000 fans. Sin embargo tendrá que enfrentarse a los inquietantes sucesos que tienen lugar en el interior de la tienda por las noches.
El compositor aplica una sólida, solvente e impecablemente bien estructurada creación que desarrolla en dos niveles: la música del exterior y la del interior del protagonista. La primera se aplica para el contexto espacial del lugar, a quien el compositor da vida en forma, obviamente, de una sucesión de temas hostiles, en algunos momentos sutiles y en otros deliberadamente explícitos. Estos tienen a su favor no solo cierto punto de demencialidad sino de abierta arrogancia, casi burlesca, que funciona por contraste. Se sustancia en varios temas que, unidos, dotan de gran fuerza la agresión buscada y que evitan concretizar y definir el peligro que encarnan. Frente a ellos una música sí concreta y explícita para las emociones del personaje, una música encabezada por un tema dramático comparativamente más débil, que es permanentemente hostigado y que por ello acaba por ser casi lamentativo. Es un tema que acaba por erigirse como el principal pero solo cuando supera el acoso y derribo al que las otras músicas, mucho más elaboradas y por ello poderosas, le someten. Es una lucha por supervivencia que se traslada del guion literario al musical.