En un pueblo de los Alpes, un alcalde corrupto está a punto de perder las elecciones y pide ayuda a un criminal.
El compositor aplica una banda sonora de género que evoca, en muchos sentidos, aquellas con las que tanto se significara el cine político italiano de los setenta, en general, y las contribuciones de Ennio Morricone en particular. No tanto en la música como en su estructura e intenciones: hay temas para recrear el entorno ambiental turbio, sucio, tóxico, y en ese contexto surgen dos tipos de músicas dramáticas, una desoladora, casi fatalista, y otra cálida y sentimental con la que se sustancia una opinión y reflexión sobre el trasfondo del filme.