Activistas de la Generación Z son violentamente abatidos por un vigilante nocturno desquiciado tras colarse en una gran tienda de muebles que destruye el medio ambiente.
El compositor aplica una competente y potente música electrónica para recrear el entorno ambiental violento y salvaje, moderno. Juega bien las bazas de lo excesivo y radical, que se va incrementando progresivamente y tornándose más demencial hasta alcanzar sus máximas cotas épico-sangrienas en el tramo final. Ayuda a la inmersión en el filme y es singularmente retorcida, nada banal ni simple, lo que beneficia al conjunto del filme.