Los X-Men se enfrentan a su enemigo más poderoso: uno de sus miembros, Jean Grey, víctima de una radiación que la ha hecho más poderosa, pero mucho más inestable y con poderes de formas que no puede controlar ni comprender.
Una gran producción musical de gran grandilocuencia no logra disimular el gran vacío que el compositor aporta a la película. Esta es una banda sonora de exhibición pero de muy poca explicación, que arranca en el filme con apariencia de pretender significarse en relación a los tormentos y conflictos internos de la protagonista (explicitados con voces) pero que acaba por no llevar a nada que no sea al tedio y lo pomposo, a una mera demostración de poderío artificioso e industrial en el que Zimmer parece más a gusto consigo mismo que con la película, a la que se parasita de un modo muy atropellado, saturado y exagerado, perdiendo en el camino todos los matices dramáticos que intentaba plasmar al inicio. Y con una música que es rutinaria, previsible y sobre todo muy decadente.