Cortometraje. En el futuro, toda la Humanidad lleva implantes y robótica para poder sobrevivir. Salvo una joven que es explotada en un burdel. Allí, un cliente intentará que haga algo que nadie hace: sonreir.
El compositor aplica una breve pero intensa creación que confronta y enfrenta la música para el entorno futurista, que es electrónica y mecánica, con otra música dramática que va tomando posiciones y relevancia en ese contexto. Inicialmente de derrota, afectada y crepuscular, deriva hacia un cariz liberador, esperanzado, afligido pero luminoso, con bella resolución. La voz femenina resalta la soledad y algunos momentos con instrumentación étnica le dan al conjunto solidez y categoría.