El Gobierno de Estados Unidos recluta a un drogadicto para una peligrosa misión: obtener información sobre una organización que planea la destrucción del mundo.
Dinámica partitura en la que predomina el uso de percusiones y que arranca con una bella melodía de aire zíngaro, interpretada al violín y la balalaika, pero que prosigue con temas de acción, de cariz ocasionalmente militar.