Usuario: Mikel C.G Siw
Fecha de publicación: 08.08.2010
Sam debió caerle fenomenalmente bien a John Powell (y a quien no?) Tanto es así, que el británico escribe, diría yo, uno de sus score más comprometidos. Delicado, adorable y con mucha felicidad en su interior; el score se define por su belleza y tiene una notable variedad melódica, aunque siempre dentro de un estilo muy definido y perfectamente anticipado ya en el primer corte “Starbucks & Hospital”. Powell es tan listo, y capta tan bien la humanidad del personaje, que tras un tierno comienzo con la guitarra y unos jugueteos electrónicos, presenta directamente el tema del “amor total” de Sam; antes incluso de que su hija haya nacido. Un motivo precioso que volveremos a oír, por ejemplo, en el onírico “at The Park”, o en el mucho más triste “torn away”. Más que notables son también “Sam´s Friends”, “Sam visits Lucy” “Nighttime visits” o el brillante epílogo; “on the stairs”; toda una redención musical para el espíritu de Sam. Una última declaración de amor antes de cerrar el círculo en los corazones. Aunque no es un cierre musical por completo definido, eso es precisamente lo que Powell desea transmitir. La vida sigue; esto sólo ha sido un episodio inspirador en la vida de un prójimo… Otro momento donde John Powell brilla profundamente es en “Annie´s father”. Esta cariñosa vecina de Sam, dispuesta a todo por echarle una mano, acaba de topar con su gran debilidad, y la está haciendo añicos por dentro. Annie toca el piano, aunque ahora está afligida y su entusiasmo parece desvanecerse. Pero… ahí está Powell!! Él tocará ahora el piano para ella, en un enternecedor motivo que convierte al compositor en un ente bondadoso. Su intervención aquí, dada la total implicación de la música, se me antoja compasiva, muy poética y hasta romántica. Algo sublime que sólo los grandes creadores pueden regalarnos… El corte “Rita”, por su parte, se aleja del cálido sonido que define al prota y nos sumerge en un sugerente, a la par que neurótico, trote de percusiones y trazos electrónicos.Un apunte curioso dentro de la partitura, ciertamente, y que por supuesto, capta a la perfección el atosigado micro-cosmos en que anida la abogada. Y por último… otro de los momentos estrella; “Lucy, calm down”. Prácticamente insuperable dentro de sus pretensiones. Ahí están Sam y su hija. Ahí está cualquiera que pueda tener un mal día. Ahí está el cariño. Ahí está la vida; despojada de interrupciones, pura, clara; transmitiendo una paz sobrecogedora. El genio John va directo a lo que quiere transmitir, y lo consigue de un modo terso y afligido; como una última caricia antes de que todo cambie para siempre, y en donde los instrumentos parecen necesitarse el uno al otro. Sublime, sin más. Pero… ¿acaba realmente aquí la cosa? Por supuesto que no!!jeje. Y es que nunca hubo ocaso sin ángeles… I AM SAM es, en definitiva, una pequeña obra maestra que hace grande a su autor.