Javier Miranda envió hace unas semanas una pregunta que le contesté privadamente, pero como he recibido varias de temáticas similares, o aproximadas, lo traigo al Ágora. Javier plateaba, muy resumidamente:
¿Cuáles son los criterios que se han de seguir para poder hacer una crítica de cine y también de una banda sonora?
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No hablaré de la crítica de cine, pues no es mi ámbito. Me acojo al refranero y me aplico lo de Cada maestrillo tiene su librillo, para justificar que no pretendo, ni remotamente, explicar cómo se deben hacer las cosas. Yo tengo mi propia metodología, creo que es la más adecuada (¡si creyera que hay otra mejor la aplicaría!) y por tanto lo que explique es únicamente mi propia idea, pero en realidad prefiero comentar cómo NO se debe explicar la música de cine, siempre a mi juicio. El cómo lo hago, mi librillo, creo que está al alcance de todos: en mis libros, en mis comentarios (los extensos) o en los vídeos que venimos publicando desde que zarpamos con esta nueva MundoBSO. Es, repito, mi propia metodología. Hay una serie de aspectos que siempre evito pues los considero nocivos.
Quiero empezar comentando algo que tengo muy claro y que para mi es de importancia capital. Durante los muchos años que llevo dando clases, conferencias, cursos, charlas en España o en América habré hablado ante miles de personas. No sé cuántas, pero con seguridad son miles. Puedo afirmar que la inmensa mayoría de la gente que tiene interés por la música de cine no es coleccionista de bandas sonoras, al margen de que obviamente puedan comprarlas. Pero si entendemos el coleccionismo como no selectivo (si es de tal autor, me lo compro todo, por ejemplo), la gran mayoría no es coleccionista pues les interesa la música de cine en el ámbito de las películas. Me atrevería a decir -es obviamente una aproximación- que el coleccionista representa un 10% del total de personas que muestran interés por la música de cine. Y ese 10% es muy numeroso, sin duda, pero más lo es el 90%. Entre los compositores y estudiantes de música me atrevería a bajar el porcentaje de coleccionistas al 5%. Hablo, insisto, a partir de lo que he venido observando desde hace ya muchos años. Hace unos años en MundoBSO hice una encuesta parecida entre los visitantes y dio un resultado bastante similar.
Entonces, ¿a qué publico quiere uno dirigirse? ¿Al coleccionista o a los interesados?. Como enseguida explicaré, si nos dirigimos al primero, tendremos menos audiencia entre los segundos; pero si hablamos de música de cine a estos, muchos de aquellos que son coleccionistas también estarán entre la audiencia. Insisto una vez más que lo digo con la convicción de lo empírico, de lo que he observado durante años.
Pero tanto si uno se dirije al coleccionista (creo que yo nunca lo he hecho) como al aficionado en general, compre o no bandas sonoras, hay cosas que en mi librillo son fundamentales:
1.- No creo que a nadie -salvo amigos, familia y gente que me quiera- le importe mucho lo que yo sienta, mis emociones. Las emociones son algo muy personal, muy íntimo, muy respetables y sobre ellas no hay debate posible. Utilizar como argumento las emociones personales evidencia o bien que no se tiene nada mejor que explicar o bien que se peca de una arrogancia suprema.
2.- Proscribir los categóricos. Los indudablemente, inapelablemente, sin duda alguna, indiscutiblemente, y todos los porque lo digo yo son una imposición, no una reflexión y no respetan al lector o al oyente. Creo personalmente que su uso responde a la inseguridad de quien habla/escribe, que necesita cerrar el tema y no dejar margen a una posible réplica, o nuevamente a una arrogancia suprema.
3.- Sin amigos ni enemigos. La adulación y las fobias personales son denominadores demasiado comunes. Facebook es un océano de adulaciones. Basta con que un compositor diga que va a hacer una música para que no pocos ya le estén elogiando por lo maravillosa que es esa música que ni tan solo ha hecho aún (el lector entenderá el sarcasmo). Yo mismo cuando escribo favorablemente me dicen que si es por amistad y cuando desfavorablemente (del mismo compositor!) que es por enemistad. Ni caso, va con el oficio. La clave es ser honesto y no ahorrarse ni una coma de lo que piensas para gustar o complacer. Una de las preguntas que se me han hecho y que tienen que ver con este tema es cómo conseguir credibilidad. Yo contesté que la ganas en el momento en que haces una crítica fundamentada pero inmisericorde a un compositor que tengas agregado en el FB. Ironizaba (o no).
Supongo que estos puntos sirven para cualquier tipo de comentario o crítica (de bandas sonoras, de teatro, de literatura...) pero es importante tenerlos en cuenta. Es mejor no ser emocional y sí explicativo. Creo que se puede decir que una música es bellísima si se entiende más como una definición o como un remate a la explicación que como un sentimiento personal. Naturalmente la personalidad de uno está en lo que escribe o en lo que habla, pero hay que procurar -¡yo no siempre lo consigo!- personalizar lo menos posible, que quien lea o escuche encuentre más razonamiento y conocimiento que sentimiento.
4.- No explicar la música de cine desde un CD. Comentar una banda sonora explicando lo que hay en el CD es lo más generalmente extendido y provoca una cadena de errores que acaban por hacer que poco o nada se explique de esa banda sonora. Lo desarrollo:
Empezaré recordando lo que escribí en el artículo del Ágora titulado ¿Película, CD o concierto?:
La música de cine no necesita del CD (ni el concierto) para entenderse y darse a entender. Le basta con ser cine, lo que solo se da cuando es película y no solo música.
A mi me parece obvio: si lo que se escribe/habla es sobre un CD, se focaliza la atención del lector/oyente hacia ese CD, no hacia la película. Se corre el riesgo de que a ese 90% no le interese lo que se tenga que explicar sobre un CD que no se va a comprar. No creo que la función de quien escribe/habla sobre música de cine sea vender un CD, sino vender la película, esto es, llevar al lector/audiencia al terreno cinematográfico, explicarle lo mucho o poco que aporta la música al conjunto de la película, etc. Y es justamente gracias a esta orientación que no son pocos los que luego han querido comprarse el CD. Comentar lo que hay en un CD interesará al 10% y probablemente no al 90%. Este porcentaje se repite seguramente cuando por toda explicación se traslada lo que hay en el CD a la película, citando sus apariciones, admirando lo bien que encaja, resaltando las flautas o guitarras que suenan... ¿no es más práctico hablar directamente de la película, de lo que hace y significa la música en ella? Si se hace bien, interesará casi o al 100%.
Como lo que estoy es explicando mi librillo, mi forma de hacer las cosas, pues se me permitirá poner algún ejemplo: Lo imposible, como muestra de comentario escrito extenso o por supuesto la serie Lecciones de Música de Cine como muestra de comentario verbal. No es necesario hablar de lo que hay en un CD, no lo es realmente al menos si lo que se pretende es llegar a ese 90% no coleccionista. De hecho, como ya he indicado, no son pocas las veces que a raiz de acceder a la película a través de mis comentarios, los interesados se han acabado comprando el CD. Pero muchísimos otros no, les ha bastado con apreciarlo en el filme.
Si yo comento, volviendo a Lo imposible, el vigor y energía que tiene la banda sonora en el corte (track) He looked so happy, ¿qué estoy contando?. Para el 90% absolutamente nada, no sabrán ni de lo que estoy hablando. Y al 10% -en el caso de que tenga el CD- les estaré obligando a ir a por la banda sonora, ponerla y escuchar ese corte, algo que no debería ser necesario y que en todo caso, como he comentado, focaliza hacia el CD cuando debería orientarse hacia la película. Tiene más sentido cuando el He looked so happy va acompañado del relato de la escena donde se ubica esa música, pero seguirá explicándose más un CD (10%) que una película (90%), pues colocar la música del CD en el filme solo funciona si el CD contiene el 100% de la música de la película, lo que no suele suceder. Además, todas las repeticiones, variaciones o transformaciones que puede tener un tema central o principal hacen película en la película pero no se pueden explicar comentando un CD, en el que probablemente ni aparezcan. ¿Qué se está contando al lector/oyente entonces?
Las reseñas que consisten en ir desgranando corte por corte el CD acaban por resultar de una pobreza absoluta en lo que concierne a la explicación de la música en la película. Se cometen en no pocas ocasiones errores garrafales como por ejemplo citar como temas diferentes lo que son un mismo tema que simplemente se ha nombrado de modo distinto en el CD en sus variaciones o transformaciones. Ya no hablo de quienes escriben y no les importa en absoluto lo que pase en la película, más allá de encajes y sentimientos. Hablo del monumental error de creer que un CD explica lo que hay en el filme.
Pero es aceptable comentar lo que hay en un CD pues es legítimo, por supuesto insuficiente e incompleto... ¡pero no es ilegal!. Se ha de saber, eso sí, que haciéndolo se renuncia al 90% del potencial de lectores/oyentes. Pero ¿qué será del He looked so happy cuando el CD de la banda sonora se descatalogue? ¿Qué referencia tendrán aquellos que no puedan ya acceder a él? No son pocas las bandas sonoras que ya no se encuentran. ¿Y qué sucederá si en una futura reedición... los títulos de los tracks se cambian? Algo que sucede a menudo. Si la reseña es de un disco que ya no existe, ¿qué utilidad tiene?. ¿En qué ayuda a los nuevos lectores? El futuro lector, cuando llegue al comentario sobre He looked so happy, teniendo en sus manos una nueva edición de la banda sonora con los títulos cambiados.. no sabrá ni de qué se le habla y, lo que es peor, no le interesará seguir leyendo. El búscate la vida y consigue esa edición del CD no es una opción: ni el 0,5% de la gente lo hará.
¿Tendrá el autor que retocar sus textos -o volver a escribir uno nuevo- para que sea ahora comprensible? En internet podría hacerse, aunque vaya incordio; en papel -libro, revista-, ya no. Y el 10% puede bajar entonces a niveles patéticos, en futuros lectores. Pero aunque pueda rehacerse... ¿qué necesidad cuando no había necesidad de mentar el He looked so happy? Ya pueden editarse ediciones varias de Lo imposible, que mi texto no cambia ni una coma salvo que revise la película y cambie mi criterio, naturalmente.
El gran error es creer que el 10% es el 100%. Pero no lo es. Y hay que escribir/hablar pensando para aquellos que están interesados en saber sobre música de cine, no sobre un CD, ni sobre las emociones de uno, etc. Este es, al menos, mi método y sus resultados me estimulan a seguir en esa línea.