Crónica de Sara Villegas.
Sobre las 8 de la noche del jueves 26 comenzó el primero de los cuatro grandes eventos a los que asistiremos en el festival de música de cine de Tenerife (FIMUCITÉ), en esta su ya, nada más y nada menos, que decimotercera edición, convirtiéndolo en el decano de los festivales de música de cine de nuestro país. Se trataba esta vez de un concierto en torno a la figura del compositor de New Jersey Randy Edelman, quien bajo el título A Close Relationship pretendía un acercamiento a su obra desde un punto de vista más personal al remitirnos a sus orígenes y evolución hasta el día de hoy, con tan solo el relato de un piano y su voz, aunque en determinados ocasiones tuvo el acompañamiento de un conjunto de cuerdas de un grupo de alumnos de intercambio del festival de música de Cracovia.
El programa estaba organizado en etapas, diferenciando entre su época solista, sus grabaciones para The Carpenters o su obra cinematográfica, aunque el señor Edelman no siguió estrictamente el orden establecido, y es que sus partituras entremezcladas arbitrariamente sobre el piano ya hacían pensar que el músico iría a su aire, circunstancia sin importancia cuando actúas solo pero que causaba ligera dificultad entre el septeto de cuerda cuando estos intervenían, que fue en la segunda mitad del concierto
El concierto realmente se correspondía con un relación íntima entre músico y espectadores, pero no solo por la puesta en escena, sino porque lamentablemente había únicamente un tercio del aforo vendido, lo que por momentos reforzó esa idea de conversación amigable en esos extensos interludios dialécticos que el compositor ofrecía entre tema y tema, lástima que el 80% de la audiencia no alcanzáramos a comprender todo lo que exponía.
Indudablemente Edelman respira música por todos lados, desde que se sienta, desenfadado en la butaca del piano, y suenan las primeras notas, observas cómo acomoda su particular voz a los acordes de una manera natural, sin esfuerzo alguno y eres consciente que no puede salir nada mal porque es dueño absoluto de la escena y que difícilmente, a pesar de no tener aparentemente un registro de voz en tonos altos, da la sensación que no tiene problema para abarcar un amplio espectro armónico. Comenzó interpretando canciones pop de sus álbumes en solitario, The Farmer, Blue Street y Highway Affair, canciones de sus primeros LPs en los años 70, para posteriormente retomar algunos de los temas que grabó con The Carpenters como I Can´t Make the Music o You. Se notaba aquí sus comienzos como arreglista en Broadway, pues la canciones tenían ese estilo de musical tan carácterístico, especialmente fascinante para quienes apreciamos ese género, que se vio reconpensado además con la interpretación de otros temas grabados en su momento para Barry Manilow, Patti Labelle u Olivia Newton John, en temas mas conocidos como My Heart Got in the Way, If Love is Real o London Song.
Cabe reseñar que este concierto, casi entre amigos, estaba acompañado de diversas historias, anécdotas o circunstancias reseñables, como recuerdos de sus abuelos o vivencias de Londres, que el compositor compartía con la audiencia en todo momento y que en algunos momentos pareció que nos encontrábamos en un monólogo por la duración de su oratoria. Especialmente cuando se refirió a su composción para Diabolique (96), el remake de Jeremiah Chechnik de la cinta de 1955 protagonizada por Simone Signoret, donde espetó que gran parte de su partitura fue rechazada por el productor. Su etapa cinematográfica se vio reflejada primeramente por las películas de su colaboración con Ivan Reitman: Kindergarten Cop (90) y Twins (88), diversas comedias como My Cousin Vinny (92) While You Were Sleeping (95) Beethoven (92) o The Mask (94), así como otras cintas en las que el público presente tenía mayor conocimiento de lo que escuchaba, pues sus melodías resultaban mas identificables y poderosas y que hacían referencia a producciones como Gettysburg (93) Dragonheart (96) o Dragon, the Bruce Lee Story (93), sin olvidar el título de cabecera de la insufrible serie de TV MacGyver (85) Hubo otros temas que no alcancé a identificar por mi ignorancia y por los arreglos de Edelman, así como algún otro que me resultó bastante extraño al combinar unas notas lúgubres con el tema de amor de Alex North para Spartacus (60)
En definitiva a esta espectadora le pareció mas interesante toda la parte relacionada con su etapa solista: Edelman es un artista excepcional y domina el tempo de sus canciones con mucha elegancia y feeling, y aunque la parte cinematográfica tenía el aliciente de escuchar los motivos como originalmente habrían nacido, no es menos cierto que esas hemosas melodías transmiten mucho más con el sonido de la orquesta y desde ese punto de vista resultaba menos atractivo el piano solista, aunque tuviera ese pequeño calor acompañante de la cuerda polaca. En cualquier caso, eso es algo que se remediará el domingo con el concierto de Campeones de la gran pantalla, donde si se podrá escuchar algunas obras de Edelman en su plenitud orquestal.
Tras los aplausos pertinentes, Edelman regaló dos bises y sobre todo unas fotografías estupendas tras el concierto donde los fans vieron colmadas sus expectativas.