A sus 74 años, Martin Scorsese cuenta con una admirable trayectoria cinematográfica. Puede decirse que tiene los deberes hechos y que su valía como cineasta ya está sobradamente demostrada. Pero con su nueva película, Silence, da un triple salto mortal sin red, sabiendo que la opción tomada -explicarla sin música- era una condena anticipada al fracaso comercial, como así ha sido. Pero hay que poner en valía el que no lo haya temido.
Casi tres horas de película relatan el fracaso del cristianismo al intentar evangelizar Japón, a través de la historia ubicada a mediados del Siglo XVII de dos jóvenes jesuitas que viajan allí en busca de un misionero que, tras ser torturado, ha renunciado a su fe. Ellos mismos vivirán la violencia con la que los japoneses reciben a los cristianos. Y en esas casi tres horas de película apenas hay algunos trazos de música, dispersos, insignificantes en lo ambiental, en lo dramático y desde luego en lo narrativo, que parecen haber sido puestos para destacar aún más todos los espacios donde, pudiendo sonar, sencillamente no suena música alguna.
Tiene sentido. De alguna manera, Scorsese hace suya la proclama de John Ford: "detesto ver a un hombre solo en el desierto, muriéndose de sed, con la orquesta de Filadelfia detrás". Y es que la clandestinidad de los dos jóvenes jesuitas infiltrados en Japón resultaría menos verosímil si su cautela y sigilo estuvieran siendo acompañadas por la orquesta de Filadelfia en pleno. Y si además esa música fuese sinfónica occidental, el resultado sería aún más aparatoso o por lo menos parecería una invasión en toda regla del Imperio del Sol Naciente: no solo desembarcan en la costa los dos religiosos, sino también 80 o 90 músicos con ellos...
Peor sería incluso poner música japonesa, pues resultaría algo así como niponizar personajes que no están integrados en un entorno donde además corren grave peligro. Incluso en el caso que fuera música ambiental para los paisajes, podría parecer que están haciendo turismo. Teniendo presente que los japoneses cristianos que viven en condiciones de pobreza y miedo por no tener no tienen ni una sola nota de música con la que ser protegidos, no tendría sentido que los recién llegados sí dispusieran de ella.
Claramente en Silencio se podía haber empleado música, de cualquier tipo, pues no son pocas las historias de invasiones clandestinas en entornos hostiles que el cine ha explicado con excelentes bandas sonoras y mejores resultados. Se ha hecho y podría volver a hacerse. Pero ¿por qué Scorsese ha preferido no hacerlo?. Creo que hay dos razones de peso para no haber puesto música: para dejar completamente solo y a su suerte al protagonista, y también para dejar solos y a su suerte a los espectadores. La música, es sabido, ayuda y mucho a ficcionar aparte de a explicar, complementar o matizar. Con música podemos saber más del personaje, de lo que siente, de lo que teme. Por otra parte, con ella la narración se hace más amena, más fluida, los tiempos se hacen más cortos, las elipsis ni se notan...
...pero creo que Martin Scorsese ha querido evitar la presencia de música que interfiriera y condicionara la vinculación del espectador con un personaje que por otra parte está bien explicado y entendido sin música. Y si la música -es también su función- debe salir de la pantalla para ir en busca del espectador, agarrarlo y meterlo en la película, ahora lo que ha buscado el director ha sido que el espectador se sienta de alguna manera obligado a desplazarse solo y sin ayuda al interior de la película, para estar en las mismas condiciones que el protagonista y sentirse como él. Es una opción, para los tiempos que corren, un tanto kamikaze, que exije la máxima implicación del espectador, y no todos los espectadores entran o quieren entrar en este tipo de propuestas.
Explicar esta película sin música es un acto más de valentía que de imprudencia, porque esta misma película, explicada con música, llenaría las salas de los cines: la historia que relata es estupenda, los actores fantásticos, la fotografía, los escenarios, la gran labor de Thelma Schoonmaker... si además la banda sonora fuese hermosa y explicativa, estaría todo ganado para celebrar el nuevo Scorsese. Pero la película ha desconcertado y no está siendo del todo bien apreciada. Claramente es la ausencia de música la razón.
Y es que Silencio no es una película perfecta. En mi opinión es algo morosa, fría y el metraje podría haberse reducido. Pero todos estos problemas, con música, se habrían solventado con facilidad. Eso sí, habría sido otra película, más amable y agradable, más cómoda y más fácil, pero no la que quería hacer y contar el director. Su Silencio, también musical, ha sido encomiable. Pero es que además es un estupendo ejemplo para entender por su ausencia no solo la gran aportación que hace la música en el cine sino para reflexionar en torno a sus trampas.