Traemos a debate un asunto que se abordó en uno de los artículos dedicados a comentar el libro de Stephan Eicke The Struggle Behind the Soundtrack, donde se hacía referencia al modo de grabar bandas sonoras, con dos posiciones opuestas y prácticamente irreconciliables: grabar con toda la orquesta junta, o hacerlo por secciones. ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes y, sobre todo, a quién beneficia más una y la otra forma de hacerlo? ¿es una batalla de montadores y mezcladores contra compositores?
Reproducimos lo que publicamos en ese artículo y que hace referencia a este asunto:
"Las bandas sonoras pueden ser grabadas con toda la orquesta en el estudio, o por secciones: primero las cuerdas, luego vientos, quizás después algún instrumento, y tras ello se ensambla en las de mezclas. La ventaja práctica de grabar con toda la orquesta es que resulta mucho más barato pues son menos las sesiones; la desventaja es que esa música luego no se puede despiezar. Grabar por secciones resulta mucho más caro, pero así se permite que en las mezclas se pueda desechar por ejemplo algunos instrumentos si estos estorban los efectos sonoros o se interponen en los diálogos. Los montadores sonoros generalmente prefieren tener la música por secciones, algo que mayoritariamente los compositores (y músicos) consideran que perjudica a la música. Bruce Broughton lo explica alto y claro: Las orquestas ya no se graban como antes. No tienes a ochenta personas en la sala para grabar todas las pistas. Ahora tienes a los violines por un lado, las violas por otro. Has de hacer la división. Es la manera más estúpida de grabar música pero es muy útil para la tecnología y los frikis del control que son los directores o los jefes de estudio, que creen que lo saben todo sobre música. Pero lo que conocen de música es poco menos que lo que tienen en sus iPods.
La mayor parte de los compositores que defienden la grabación única sustentan su defensa en la interactuación entre los músicos, la sinergia que se establece cuando todos están juntos, contrastada con la frialdad, cuando no desorientación, de tocar individualmente sin saber cómo ni a quién seguir. Esto repercute en una música menos viva, menos cálida, y más mecánica. Pero Randy Thom está completamete a favor de fragmentar la grabación: Creo que ayuda a todo el mundo, especialmente a los compositores. Habitualmente solo es la percusión o los metales en un momento específico los que necesitan ser bajados para poder escuchar unos diálogos o un efecto sonoro importante. Es mejor bajar solo ese elemento que no toda la música"
Creo que ambos modos de grabar tienen sus razones de peso para ser defendidas. Es obvio que tener a toda la orquesta junta genera unas sinergias imposibles de lograr cuando los músicos no están juntos ni pueden interactuar entre ellos. Asimismo, no hay que olvidar que muchísimas bandas sonoras a lo largo de la Historia se han grabado con este método ortodoxo y tradicional, sin que por ello las películas se hayan resentido. Es un modo de grabar que de alguna manera pone en primera línea al compositor y relega el trabajo del diseñador de sonido a una posición de supeditación. Justo al contrario que la otra opción, donde el trabajo del diseñador de sonido se impone, o al menos se iguala, al del compositor. Entre una y otra opción, ¿qué beneficia más a la película?
Parece probable que los posicionamientos a favor de uno y otro modo de grabación convoquen mayoritariamente a los respectivos profesionales en cada uno de ellos: la mayoría de compositores estarán a favor de la grabación unitaria, y la mayoría de los diseñadores de sonido y mezcladores a favor de la grabación fragmentada.
Es un debate que seguramente nunca llegará a cerrarse, la integridad musical versus la funcionalidad de la música en un contexto en el que, como hemos señalado varias veces, esta debe ser integrada en la competición sonora, que es absolutamente ineludible salvo que el filme no sea mudo.