Crónica de Ignacio Marqués Cuadra
El año 2020 será recordado por el aficionado a la música de cine -y del audiovisual en general- como un año plagado de desencantos y momentos tristes: en primer lugar, la crisis sanitaria ha sido extraordinariamente severa en el ámbito de la cultura, afectando no ya solo a los festivales y eventos relacionados con el cine y la música, sino a toda la industria cinematográfica en general (mucho más castigada que, por ejemplo, la televisión o los videojuegos, que han podido salvar los muebles con sus plataformas y consolas) A esta hecatombe hay que sumar la pérdida del maestro Ennio Morricone, un acontecimiento muy doloroso para el mundo de la música de cine que puso más sombras a un año que ya estaba siendo demasiado negro.
En este contexto y de forma muy incierta, casi milagrosamente, se presenta la quinta edición de MOSMA (Movie Score Málaga) celebrada los días 10, 11 y 12 de septiembre. Una edición que ha debido reducirse y reinventarse sobre la marcha pues, en circunstancias normales, se hubiera celebrado en julio con un programa e invitados completamente diferentes. Todos los que han tenido el privilegio de asistir a esta edición convendrán que esta edición ha sido como un oasis en medio de un desierto que parece no tener fin desde hace demasiados meses (casi ningún festival ha sobrevivido últimamente) y que solo el mero hecho de haberse cumplido ya es motivo de celebración. Es la edición de la supervivencia, una edición complicada que solo gracias a la insistencia y capacidad de reacción de los organizadores y personal involucrado ha llegado a buen puerto pero en la que, lamentablemente, se ha echado de menos a muchísimos asistentes habituales que no han podido venir (personalmente cito a mi compañero Mario Pons, con quien me hubiera gustado volver a escribir conjuntamente esta crónica; y a Isaac Duro, que espero que pueda acompañarnos la próxima ocasión)
La programación de esta edición ha consistido únicamente (sin ser poco) en cuatro conciertos muy diferentes, descartándose por completo los encuentros, charlas y actividades similares por las evidentes razones sanitarias.
A) HOMENAJE A ENNIO MORRICONE EN DIEZ MOVIMIENTOS
El concierto de apertura del festival celebrado en el Teatro Cervantes fue todo un acierto y un éxito en líneas generales, pues quedó más que cumplido el ineludible compromiso de homenajear al difunto y queridísimo maestro Ennio Morricone. En este sentido solo se puede aplaudir a los organizadores, que con apenas dos meses de margen (Morricone falleció el 6 de julio) no solo han preparado un concierto exclusivo sobre el maestro italiano sino que, además, un puñado de compositores han conseguido -desde el respeto por su obra- aportar un punto de vista personal en cada una de las piezas interpretadas. Y si bien algunos de estos compositores han arriesgado mucho más que otros hay que reconocer que el experimento ha funcionado. Al frente de la Orquesta Sinfónica de Málaga, Joan Martorell inauguró esta quinta edición primero con unas acertadas palabras sobre la delicada situación actual y algunas explicaciones sobre este particular homenaje a Morricone; luego, con una extraordinaria pieza épica preparada por Sergio de la Puente que recogía algunos de los fragmentos más representativos de la célebre Trilogía del Dólar, que puso el listón realmente alto nada más comenzar. Lo más interesante de esta reimaginación fue quizá, aparte de la orquestación, cómo los diferentes temas se iban sucediendo en continuidad hasta llegar al clímax de L’estasi dell’oro, con la soprano. Probablemente, esta fue una de las mejores reinterpretaciones de todo el concierto, aunque probablemente hubiera funcionado incluso mejor como cierre. Luego llegaría el turno de Malèna (00) versionada por Eneko Vadillo, con notable protagonismo del saxofón, y The Secret of the Sahara (87) por Joan Martorell, abordándose en ambas reinterpretaciones la faceta más cálida del maestro.
Dani Trujillo apostó por un acercamiento muy respetuoso de Love Affair (94) y La Leggenda del pianista sull’Occeano (98), con la participación de cantante Noelia Franco, guitarra y la orquestación de Pablo Olivas. En un extenso bloque, con Carles Cases al piano, se interpretaron algunas de las mayores obras maestras del romano, como Novecento (76) Nuovo Cinema Paradiso (88) y Once Upon A Time In America (84), con un acercamiento más fiel y conservador. Pero una de las mayores sorpresas del concierto fue la propuesta que llegó a continuación, a cargo de Isabel Royán. Si juzgáramos la calidad de estas reinterpretaciones solo por la originalidad de cada propuesta, quizá, la que Royán hizo de The Mission (86) sería la más interesante y valiente de todas, por aportar una nueva visión muy original con una música atmosférica que, además de estar muy bien desarrollada hasta conectar con los temas centrales de la película, otorgaba un muy particular protagonismo a la flauta travesera frente al oboe original. El último tramo del concierto contó con una pieza de The Untouchables (87) a cargo de Pablo Cervantes, otra de Un uomo da rispettare (73) por Luc Suárez y Javier Bayón que aprovecharon esa línea más experimental de Morricone, de Le Professionel (81) por los hermanos Ferrando y, para finalizar, otra reinterpretación más arriesgada a cargo de Luc Suárez y Dani Trujillo de C’era una volta il West (68), con guitarras elèctricas, orquesta, bajo, batrería, nuevamente la voz de Noelia Franco y Trujillo al piano.
B) LA MÚSICA DE STUDIO GHIBLI
El segundo día se inició con un muy estimable concierto en el Teatro Echegaray, ofreciendo una selección variada y muy representativa de la contribución musical hecha por Joe Hisaishi en las películas de Studio Ghibli. Conceptualmente, el formato resultó muy parecido al de la pasada edición sobre los mundos musicales de Yasunori Mitsuda, interpretado con una pequeña orquesta -esta vez de dieciséis músicos- que consistió en una suerte de adaptación y reimaginación de esa selección de piezas preparadas por Òscar Senén, que él mismo dirigió. En general, la interpretación estuvo bastante conseguida e incluso pudo sorprender el alto rendimiento de toda la orquesta, ya que algunas de estas piezas fueron en origen concebidas para ser interpretadas por orquestas más grandes, pero el trabajo de adaptación y de interpretación (todos los instrumentos tuvieron necesariamente una alta participación) logró que se consiguiera mucho con poco. Esa magia tan particular con la que Hisaishi impregna las películas de Studio Ghibli estuvo presente en la sala, evocándola desde la belleza y majestuosidad del tema de Ashitaka en Mononoke Hime (97) hasta el entrañable tema principal de Tonari no Totoro (88), por citar solo un par de ejemplos pues todas las piezas brillaron en general. La duración fue la adecuada para este tipo de conciertos (alrededor de una hora) el teatro llenó su aforo si no tenemos en cuenta las localidades que quedaron vacías por obligación y la velada transcurrió de una manera dinámica y amena. También por la calidad suprema de la música de Hisaishi, que siempre será una apuesta segura si el concierto está bien planificado, como ha sido el caso.
C) EL MUNDO MUSICAL DE ÁLEX PINA
Este tercer concierto era quizás el que más incertidumbre generaba entre los espectadores al contemplar un programa centrado principalmente en algunas de las series de televisión españolas más exitosas, como Los Serrano, El barco, Los hombres de Paco o, más de actualidad, La casa de papel, pero cuyas músicas no todo el mundo recuerda. Esta vez en el Cine Albéniz y con una asistencia aproximada de la mitad de la sala, estuvieron presentes los compositores Manel Santisteban e Iván Martínez Lacámara. En el escenario, Òscar Senén volvía a dirigir una pequeña orquesta de nueve músicos. No fue ni mucho menos un mal concierto, no obstante, algunas piezas probablemente no fueron del agrado de todos y la acústica de la sala tampoco era la más óptima. No hay que olvidar tampoco que en las últimas ediciones del festival se han venido celebrando conciertos menos conservadores sobre series de televisión, para la diversión y el mero disfrute de los asistentes, centrados más bien en la música rock y pop como el de Cobra Kai (18) y Siddhartha Khosla que fue un rotundo éxito en la pasada edición. Claramente, la intención no ha sido alcanzar ese nivel de calidad, espectacularidad y potencia pues el programa elegido, estando bien y siendo diferente, no se prestaba a ello. Pero lo importante es que la organización ha procurado no perder de vista el concepto de concierto alternativo, quizás más manejable a nivel logístico y que suele funcionar bien porque siempre aporta algo muy distinto si comparamos con el resto de conciertos.
D) MOSMA MAESTROS
Como cierre de esta anómala edición, el concierto de clausura se celebró en el Teatro Cervantes con una ocupación de aproximadamente el cincuenta por ciento ya que, lamentablemente, no pudieron venderse más entradas. Consistió en un repaso por parte de la Orquesta Filarmónica de Málaga de algunas obras de varios de los compositores españoles con mayor prestigio, siendo la música del maestro Antón García Abril la gran protagonista de la noche. Uno de los principales atractivos de este concierto fue volver a ver dirigiendo a Arturo Díez Boscovich, quien no pudo participar en la pasada edición y su presencia siempre es una importante suma para el festival. En general fue un buen concierto que puso de manifiesto la enorme calidad y elegancia musical de compositores con una importante carrera en el panorama nacional, como Carmelo Bernaola con su mítico tema de cabecera para la serie Verano Azul (81) Bernardo Bonezzi, Carles Cases, Pacal Gaigne o Roque Baños, entre otros. Estuvieron presentes los compositores Manel Santisteban, Carles Cases y Pascal Gaigne. También las hijas de García Abril, quienes recogieron el premio MOSMA que la organización y el director del festival, Juan Antonio Vigar, otorgaron en reconocimiento al maestro. En la última parte se interpretaron unas piezas bellísimas de Anillos de Oro (83) Fortunata y Jacinta (80) y una espectacular versión extendida del tema de cabecera de El hombre y la tierra (74), probablemente el mejor momento de un concierto que acertó al poner en valor el talento de tantos compositores de nuestro cine y televisión pero cuyo programa pecó en algunas partes de monotemático, tratándose del concierto de clausura. Y no por pretender compararlo con la espectacularidad que tuvieron los de otros años (algo que por las circunstancias sería absolutamente injusto) pero solo con la obra de los compositores presentes en el concierto ya se podría haber organizado un concierto mucho más variado y dinámico: algunos momentos dejaban una impresión de cierto estancamiento, siempre teniendo en cuenta que hablamos de una música e interpretación de calidad.
E) CONCLUSIÓN
Esta ha sido una edición realmente extraña por las circunstancias que nos ha tocado vivir, una edición en la que los organizadores han demostrado mejor que nunca lo grande que es su compromiso con el mundo de la música para el audiovisual. Solo el hecho de que estos cuatro conciertos se hayan podido celebrar ya se puede considerar todo un triunfo. Parecía que sería imposible, pero lo han hecho posible. Como asistente, aficionado y como miembro del equipo de MundoBSO que aquí represento solo puedo felicitar a Juan Antonio Vigar por haberlo hecho posible, a David Doncel, Juan Ramón Hernández y al resto del equipo por haber sabido reaccionar con valentía y éxito ante tantas dificultades; como también doy la enhorabuena a todos los músicos, compositores y personal involucrado. Ahora solo queda esperar que 2021 sea un año mejor y permita a MOSMA seguir brillando como lo ha estado haciendo desde su mismo nacimiento.
Ignacio Marqués Cuadra