Dice Alejandro Román que la función primordial, básica y primigenia de la música cinematográfica en el cine de ficción es la función narrativa (p. 133). No estoy de acuerdo: la narrativa es una de las tres principales funciones que tiene la música, y sin duda la más importante y compleja, pero no por ello es la primordial, ni la básica ni la primigenia. Hay incontables películas que no requieren funciones narrativas de la música, y en cambio en todas las películas que requieren de música delegan en ella funciones ambientales y dramáticas. En mi artículo Ambientar, dramatizar o narrar muestro las tres grandes funciones de la música (que pueden actuar independientemente entre sí o conjuntamente) y la narrativa es la más elevada, pero no necesariamente la que se da en las películas con música.
En cualquier caso Román agrupa esas funciones en tres bloques: externas o físicas (aquellos elementos visuales que aparecen en pantalla), internas o psicológicas (la caracterización psicológica o emocional de los personajes) y técnicas o cinematográficas (directamente relacionadas con el propio funcionamiento fílmico). Pueden interrelacionarse y se amplían con un extenso catálogo de subfunciones, totalizando hasta 30 en la forma de una lista cerrada en la que habría que hacer espacio para más.
Según Román, las seis formas fundamentales de musicalización son:
Creo que es una clasificación confusa porque además hay puntos presentados como diferentes que podrían ser lo mismo o una derivación de lo mismo (el punto d), por ejemplo, debería formar parte del c) como extensión)
A rasgos generales quiero exponer mi discrepancia con esta clasificación y algunas explicaciones dadas. Ya comenté en el primer artículo lo muy erróneo que me parece adscribirlo (y reducirlo) casi todo a un diálogo música-imagen, cuando en tantísimas ocasiones eso no se produce. Ya me expliqué ahí, y ahí me remito para no repetirme. Román diferencia lo que sería la música que funciona de modo autónomo (punto a) de la que no fuciona autónomamente (puntos b, c y d) ¿Pero puede la música ser realmente autónoma respecto a la imagen? Yo creo que dificilmente en cuanto es asociada a ella y se crea así un todo conjunto: si la música fuera por un lado y la imagen (o lo que fuera) por el otro, sin generar algo con sentido, por mínimo que fuera, entonces estaríamos ante un sinsentido o directamente una chapuza.
Los demás puntos se explican bien a sí mismos, pero al punto a) le harían falta ejemplos concretos que dejen claro que lo que se expone no está también incluido en algunos de los demás puntos y que, por tanto, su inclusión está justificada. Cuando Román habla de función técnica, decorativa es inevitable preguntarse qué es lo que decora la música si no es la imagen (o lo que haya en pantalla, o el tempo de la escena, lo que sea), y siendo así no hay autonomía sino interacción. Por función técnica, decorativa, yo entiendo la música de por ejemplo una persecución de coches, donde se pone junto a los efectos sonoros para dar grandilocuencia, frenesí, énfasis: la música no suma nada dramatúrgicamente (no manifiesta emociones de los personajes), simplemente convierte la escena en un gran espectáculo. Esto se incuye ya en el punto b (la música se sitúa de forma paralela a la imagen, subrayando todo lo que el espectador ve en pantalla, todos aquellos aspectos visuales). Y aunque la música no esté puesta para subrayar lo que se ve en pantalla y sea una música sin sentido -en el sentido de no tener propósito- por el simple hecho de estar ya genera un sentido, el que sea: aunque se trate de simplemente mantener una música entre escenas.
Y aún así podría darse el caso de una música que nada aportase a la escena (o la imagen), que fuera de mero relleno, vacía. Eso sucede, pero eso no la convierte en autónoma necesariamente. Por otro lado, si la música autónoma funciona como contrapunto a la imagen, tampoco podría ser considerada como tal en tanto interactúa con ella, e incluso cuando se postula como oposición a las imágenes se la dota de significación precisamente gracias a las imágenes a las que se opone, pues las necesita para tener sentido, y viceversa: una música aparentemente anempática (la anempatía no existe, insistiré probablemente más adelante) no convertiría a la música en autónoma, pues la música está explicando algo en su apartente oposición, como por ejemplo la felicidad del violento o la catástrofe por venir si se ponen música alegre en el asesinato o turbadora en el paisaje bonito, unos efectos dramáticos recogidos perfectamente en los puntos c) o e).
Cierro este artículo poniendo un ejemplo práctico, a partir de una escena de The Terminator (84) Se muestran dos opciones de musicalización, pero podría haber muchas más, y cada una de ellas daría un resultado sensible o considerablemente diferente, dependiendo de lo que se quiera explicar. ¿A cuál/cuáles de las categorías establecidas por Román podrían adscribirse las dos opciones?
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